Colofón - XVI Congreso de la SEHM
COLOFÓN
Esteban Rodríguez Ocaña
Se ha
celebrado el XVI Congreso de la SEHM y ha sido una fiesta familiar, tan cálida
que si hubiese sido navidad no habríamos desentonado lo más mínimo. La gente
estaba contenta de verse y de escucharse, encantada de comprobar, por el
rabillo del ojo, que las arrugas y las canas no perdonan a nadie, salvo “al
Comi”, perdón por el coloquialismo, y a Alvar Martínez . Por más que, no
importa como lo organices, nunca parece haber tiempo suficiente para el
intercambio durante las sesiones, lo que convierte los momentos de pausa en
ejercicios apresurados de caza y negociación.
Que conste
que yo no daba un duro por este Congreso, visto lo apresurado de la
convocatoria, pues aunque la SEHM tiene
obligación de reunirse en plenario una vez cada tres años, en esta ocasión
sabemos que hubo problemas para conseguir organizadores. Pues apresurados y
todo, se han alzado con honores. Pongo voz a lo que era comentario generalizado
en los pasillos: ha sido un muy buen Congreso. Se han visto caras nuevas y
trabajos muy dignos, si bien la obligada duplicidad de sesiones, temáticas o
libres, hace imposible asistir a la totalidad de las comunicaciones o
ponencias—salvo a las dos conferencias en plenario— el nivel de las mismas ha
sido notable, en general, con muy poquísimas excepciones: juzgo desde mi
experiencia de asistente atento y recojo apreciaciones de otros y otras
colegas.
El tema del
Congreso era, como es sabido, “Medicina y Política” y ha tenido unas
resonancias muy contemporáneas. No podemos pensar que hubiera sido posible
obviar la catástasis reinante: la del recorte, la de la penuria de lo
público, la de la agonía de la
investigación y docencia superior—que se encarnó en la estupefaciente noticia
del cierre del Instituto López Piñero. Estuvo formalmente presente en los dos
actos plenarios: la conferencia de Germán Velásquez, del Centro del Sur / The
South Centre [la organización intergubernamental de países en desarrollo que
combina esfuerzos y conocimientos para promover sus intereses comunes en el
espacio internacional: un arma a favor de una globalización beneficiosa para
los menos poderosos, fundada en 1995 con sede en Ginebra], sobre el acceso a
los medicamentos, y la emisión, al cierre, de un documental de Médicos del
Mundo sobre la exclusión de distintos colectivos de la atención sanitaria
pública en España por razón del infausto Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de
abril, que, en lengua de trapo, se denomina nada menos que “de medidas urgentes
para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la
calidad y seguridad de sus prestaciones”.
Y también presente, historiográficamente, en varias de las mesas
temáticas, la convocada a instancias de Josep L. Barona, la sesión
“humanitarista” presidida por Jon Arrizabalaga, las coordinadas por Agata
Ignaciuk y Ana de Pablos sobre poder político desde el cuerpo o la “oculta”
sobre psiquiatría franquista de Ángel González de Pablo y Ricardo Campos, que
han doblado con naturalidad sus puestos de organizadores y agentes de último
recurso de casi todo lo preciso con el de conferenciantes. Política (acción u
objetivo en el marco del Estado) como condicionante o justificante de
actuaciones científico-sanitarias, política (ideología) como argumento de
raciocinio, política como poder a nivel
micro. Poderes y antipoderes, con todo el ámbito de matices y contradicciones
que nos enseña el pasado y a los que no somos ajenos en nuestro propio trabajo,
como la reflexión provocada sobre la elección de nuestros objetos de estudio en
una de las sesiones a las que asistí.
Una última
nota familiar que recordaremos todos los que pudimos asistir a la reunión
reglamentaria interna de la SEHM es el recuerdo colectivo de que fue objeto
nuestro colega recién fallecido Emilio Balaguer por intermedio de compañeros de profesión en las diversas
etapas de su trayectoria vital, tan rica e importante para la disciplina,
consecutivamente en las universidades de Valencia, Zaragoza, Alicante y Miguel
Hernández. Si nos conmovieron los recuerdos expresados, el recitado por su
viuda, Rosa Ballester, de un bello poema/canción de Raimon, muy del gusto de su
Emili, nos llenó de emoción y agradecimiento.
A modo de
resumen personal de estos días,
permitidme que os copie lo que leí en una de las sesiones:
CELEBRACIÓN
POR LA HISTORIA
Nos gusta la
historia porque amamos la vida.
Porque la
vida es río no nos atrae la inmovilidad: preferimos giros,
transiciones, cambios…
Porque la
vida es cadena nos reconocemos en sus eslabones:
amores y dolores,
saberes y poderes, tradición y contexto
,
azares y
necesidades, hegemonía y subalternidad .
Somos
historiadores e historiadoras por amor al conocimiento y al descubrimiento.
Porque
soñamos,
queremos conocer el origen de nuestros sueños.
Porque nada
humano nos es ajeno
lloramos con los que lloraron,
apretamos los dientes con todos los que sufrieron,
nos alegramos con las pequeñas victorias de los que todo lo
tuvieron perdido,
empequeñecemos a los que se creyeron grandes,
engrandecemos a los más humildes,
recuperamos la voz inaudible
de las que se han dicho sepultadas por la HISTORIA --atención
al énfasis:
esa “HISTORIA” no es la nuestra,
nuestra es la tarea en letra minúscula,
acopio de experiencias reflexivas.
Porque somos
los niños (niñas) que llevamos dentro
nos emociona el heroísmo.
Porque somos
la anciana o el anciano que seremos,
desconfiamos de nuestros héroes.
Somos
historiadores/historiadoras por amor a la vida,
por amor al
otro u otra que somos, fuimos o seremos
y a tal
celebración os convocamos.
Madrid, 13 junio-Granada, 24 junio 2014