CfP: Médicos y apotecarios en la España y la América española del siglo de las Luces

Universidad de Artois, campus de ARRAS y de forma virtual vía Zoom, 4 de junio de 2024

Organizan : Nicolas DE RIBAS y Marie-Hélène GARCIA, EA 4028, Textes et Cultures, axe Études transculturelles

Esta solicitación propone algunos ejes de estudios, sin ser exhaustivos, en los cuales podrán integrarse las propuestas de comunicación.

Si nos fiamos a los estudios acerca de las oficinas medicinales en el siglo XVIII en la monarquía hispánica policéntrica, desde Sevilla hasta Lima pasando por Madrid o Buenos Aires, podemos afirmar que los apotecarios participaban de un conjunto de redes comerciales que unían dos sectores de actividades centrales en las ciudades: el comercio y la salud en relación con los médicos, los parteros, los hospicios y los Hospitales. Durante nuestra jornada de estudios veremos que los apotecarios tenían un papel muy relevante en la economía territorial, y aunque no fuesen su eslabón principal formaban parte en toda regla de aquélla, junto con especieros, comerciantes de sal, destiladores o vinagreros que recibían los componentes indispensables a la confección de remedios a base de plantas, de animales y de minerales.

Recordaremos que el apotecario español o americano podía abastecerse en plantas, hojas y flores frescas en su propio jardín, o a sus alrededores como lo hacían los herederos del saber empírico que eran, los curanderos las brujas y los sacerdotes que las utilizaban para varios motivos: curar, rejuvenecer, enamorar a alguien e incluso disipar los hechizos. Durante nuestro encuentro científico en Artois, veremos por lo demás, que la mayor parte del tiempo, el farmacéutico de antaño se veía en la obligación de comprar las plantas a feriantes y a vendedores de abarrotes. Este enfoque cruzado que se centra en la organización de los intercambios y el estatuto de los apotecarios permitirá recalcar tópicos e invariantes que rigen la profesión y las oficinas.

La formación de los boticarios más o menos (re)conocidos, así como su trayectoria personal también estará al orden del día. A modo de preámbulo, ya podemos afirmar que, en las comunidades de apotecarios, el dominio del latín era una necesidad ineludible para la lectura y la comprensión de las recetas médicas, aunque queda demostrado que algunas farmacopeas y prescripciones fueron redactadas en castellano ya a partir del siglo XVII. En cualquier caso, antes los examinadores mandados por cada cofradía, el aprendiz tenía que pasar su examen teórico para demostrar su destreza contestando a preguntas principalmente sobre la medicación y, para la galénica, elaborando varias preparaciones escogidas por el tribunal habilitado para concederle su diploma: un jarabe, una disolución bebible, una cataplasma…

Las ponencias propuestas durante nuestro futuro encuentro también evocarán los lazos estrechos (aunque tensos) entre los apotecarios, quienes pertenecían a las profesiones manuales, y los médicos que intentaban sentar su autoridad por encima de los primeros. ¿Cómo? Limitando el papel de los boticarios en la identificación y la recolección de plantas medicinales, así como la venta de drogas y la preparación de tratamientos.

Tras la creación de la Real Sociedad Médica de Séville en 1701, de la Academia Médica Matritense en 1734, y de numerosas academias regionales autónomas cuyo génesis podremos recordar, el objetivo de la corona española permanece el perfeccionamiento, la difusión y la aplicación de las ciencias médicas y farmacéuticas a gran escala. No podemos omitir uno de los factores determinantes en la difusión de la ciencia ilustrada europea en la España y la América del siglo de las Luces, que es sin duda alguna, la traducción de libros extranjeros al castellano, que contribuyeron finalmente a la difusión transcultural de la ciencia europea cuyo alcance científico sigue entonces íntimamente dependiente de los textos franceses traducidos. Dicha característica, la preferencia para los autores de lengua francesa, coincide indudablemente con la influencia francesa en la España borbónica.

En aquellos tiempos, la formación de los médicos hispánicos puede realizarse de diferentes modos. volveremos sobre la vida y el recorrido de algunos “estudiantes” que realizan su aprendizaje trabajando al lado de prácticos facultativos duchos y competentes, y que, una vez formados por el cuerpo médico, pasan a su vez un examen completo para obtener el título de médico. Otros aprendices se forman también en círculos universitarios cuyos profesores dispensan más bien clases teóricas basadas en la autoridad de Hipócrates, de Dioscórides y de Galeno.

Las propuestas de ponencias podrán recordar que los métodos terapéuticos laicos siguen en vigor entre los médicos tradicionalistas del siglo XVIII: régimen, sangrías, vómitos, lavamientos, purgas, vomitivos y baños aún forman parte de las prescripciones cuyo motivo principal es el beneficio para el paciente. No podremos olvidar, en la misma época, la ciencia médica de las Luces se enfrenta a los conflictos entre los tradicionalistas, o galenistas, y los novadores, o precursores, que desean dar un impulso nuevo a las Ciencias Naturales, en particular la botánica y a la introducción de nuevos remedios farmacológicos cuya situación no es muy alentadora en las ciudades hispánicas del siglo de las Luces. Por lo tanto, quedarán bienvenidos los estudios de las proezas de algunos patricios españoles o americanos, de sus tratados médicos, de sus farmacopeas, y el planteamiento de las redes de médicos corresponsales, que mandan a sus colegas sus observaciones sobre enfermedades epidémicas, y emplean encuestas en comarcas desconocidas.

Al mismo tiempo, en sus tiendas, los barberos teóricamente bajo petición de los médicos practicaban pequeña cirugía usando sangrías, o arrancando muelas, además de los baños y de los cortes de pelo y barbas. En cuanto a los cirujanos se dedicaban a curar heridas, reparar esguinces o consolidar fracturas.

Lo cierto es que, en el siglo XVIII, el cirujano tiene que ser mejor formado y su profesionalización parece ser una etapa introductoria a la llegada de una verdadera profesión médica. Al respecto, los cirujanos formaban un grupo muy heterogéneo y claramente más diversificado que las otras corporaciones artesanales con gran número de charlatanes que proponen remedios ilusorios. Es verdad que, hasta inicios del siglo XIX, la teoría de los cuatro humores fundamentales sigue siendo utilizada para aprehender los desequilibrios del cuerpo humano contra los cuales los prácticos prescriben terapéuticas variadas. Sin embargo, las intervenciones quirúrgicas siguen siendo escasas y realizadas por cirujanos atrapados por el cambio por venir que se produce en los años de 1800 con el nacimiento de la medicina anatomo-clínica.

Estos aspectos novedosos y la apertura que supondrá el siglo XIX en estos sectores también serán de interés para una ampliación secular en esta jornada de estudios.


Las propuestas de ponencias se dirigirán antes del 15 de marzo de 2024 a :

Marie-Hélène Garcia, MCF en Civilisation de l’Espagne du XVIIIème siècle/Prof. Titular de Historia de España del siglo XVIII

Nicolas De Ribas, MCF en Civilisation de l’Amérique espagnole coloniale/Prof. Titular de Historia de la América española colonial .

Las propuestas se enviarán en formato Word (una página), con el título de la ponencia, la dirección electrónica del ponente, un resumen de 10 a 15 líneas, y un currículo de tamaño idéntico. Los trabajos propuestos deberán ser inéditos.

Las Actas de esta jornada se publicarán en la Revista L’Entre-Deux de l’Université d’Artois.