Falleció Alberto Elena
Alberto Elena, explorador de mundos cinematográficos
El cáncer con el que llevaba luchando muchos años venció ayer a
Alberto Elena (Madrid, 1958), fallecido ayer en Madrid a los 55 años.
Hace no tantos, Bollywood todavía era un secreto para el mundo
occidental y su presencia en letra impresa podía pasar por una
errata tipográfica, una confusión con su hermano mayor
estadounidense. Por entonces, Alberto, llevado de una insaciable
curiosidad intelectual, ya se conocía todos y cada uno de los
locutorios y tiendas de VHS indios de Madrid y otros lugares de
España, puntos de distribución de la diáspora en los que alquilaba
películas en hindi o urdu, de tres horas de duración y que carecían
de subtítulos.
Así se fue forjando el que, a la postre, se convertiría en el principal
estudioso español del world cinema o, como él prefería llamarlo en
su versión castellanizada, cine periférico, como en su libro
(frecuentemente citado) Los cines periféricos: África, Oriente Medio,
India (Paidós). También fue uno de los primeros paladines europeos
del director iraní Abbas Kiarostami, sobre el que escribió sendos
libros para las editoriales Cátedra en España y Saqi Books en Reino
Unido. En el ámbito de Latinoamérica había estudiado las
implicaciones culturales de las coproducciones que unieron a
cineastas de ambos lados del Atlántico, lo que dio como resultado el libro, editado por
Filmoteca Española, Abismos de pasión: una historia de las relaciones cinematográficas
hispanomexicanas. Por aquel entonces, ni él, en aquel momento profesor de Historia de la
Ciencia, ni yo podíamos imaginar que íbamos a acabar ejerciendo juntos de profesores de
Comunicación Audiovisual, ni mucho menos que lo seríamos en una universidad de Getafe,
la Carlos III, viniendo ambos de otras universidades como la Autónoma de Madrid y la
Complutense. En la Universidad Autónoma de Madrid Alberto había puesto en marcha un
programa de doctorado sobre Historia del Cine que sirvió para formar a una brillante
generación de investigadores. Tras 35 años de docencia, Alberto seguía conservando la
pasión por la enseñanza de todo buen profesor.
De alguna manera, el emplazamiento de la institución de la que acabó siendo catedrático ha
sido toda una metáfora de la obra de Alberto: en el sur de Madrid se ubica la Carlos III y hacia
el sur, o más bien, hacia ese concepto del sur, se posó siempre su imprescindible mirada, y
hacia él se dirigieron sus pasos en innumerables ocasiones, acompañado siempre de su
inseparable Paloma. Solo su pasión por el viaje, que lo llevó a los territorios más exóticos y
dispares, pudo compararse a la que sintió por el celuloide.
En su voluntad por dar a conocer la cinematografía de la India, Latinoamérica, los países
islámicos o el África subsahariana fue director de Programación del Festival de Granada
Cines del Sur, colaborador y comisario de diversos ciclos en Casa Árabe y Casa Asia,
miembro del Consejo Editorial de revistas del prestigio de New Cinemas, Archivos de la
Filmoteca o Secuencias (de la que además fue fundador y director), vicepresidente de la
AAsociación Española de Historiadores del Cine, miembro de jurados de festivales en
Guadalajara (México), Buenos Aires, París, Abu Dabi y San Sebastián, y publicó un sinfín de
artículos académicos y libros que son referencia obligada, no exagero, en todo el planeta.
Baste como ejemplo su último trabajo: La llamada de África: estudios sobre el cine colonial
español (Bellaterra, 2010), memoria de un pasado tan próximo como olvidado, el de la
cinematografía realizada en o para las antiguas posesiones españolas en África como
Guinea Ecuatorial o Marruecos. Gracias a él, supimos que el sur también existía… y que en
él se hacía buen cine. Gracias, Alberto.
Manuel Palacio es catedrático de Comunicación Audiovisual y decano de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la
Universidad Carlos III de Madrid.
El cáncer con el que llevaba luchando muchos años venció ayer a
Alberto Elena (Madrid, 1958), fallecido ayer en Madrid a los 55 años.
Hace no tantos, Bollywood todavía era un secreto para el mundo
occidental y su presencia en letra impresa podía pasar por una
errata tipográfica, una confusión con su hermano mayor
estadounidense. Por entonces, Alberto, llevado de una insaciable
curiosidad intelectual, ya se conocía todos y cada uno de los
locutorios y tiendas de VHS indios de Madrid y otros lugares de
España, puntos de distribución de la diáspora en los que alquilaba
películas en hindi o urdu, de tres horas de duración y que carecían
de subtítulos.
Así se fue forjando el que, a la postre, se convertiría en el principal
estudioso español del world cinema o, como él prefería llamarlo en
su versión castellanizada, cine periférico, como en su libro
(frecuentemente citado) Los cines periféricos: África, Oriente Medio,
India (Paidós). También fue uno de los primeros paladines europeos
del director iraní Abbas Kiarostami, sobre el que escribió sendos
libros para las editoriales Cátedra en España y Saqi Books en Reino
Unido. En el ámbito de Latinoamérica había estudiado las
implicaciones culturales de las coproducciones que unieron a
cineastas de ambos lados del Atlántico, lo que dio como resultado el libro, editado por
Filmoteca Española, Abismos de pasión: una historia de las relaciones cinematográficas
hispanomexicanas. Por aquel entonces, ni él, en aquel momento profesor de Historia de la
Ciencia, ni yo podíamos imaginar que íbamos a acabar ejerciendo juntos de profesores de
Comunicación Audiovisual, ni mucho menos que lo seríamos en una universidad de Getafe,
la Carlos III, viniendo ambos de otras universidades como la Autónoma de Madrid y la
Complutense. En la Universidad Autónoma de Madrid Alberto había puesto en marcha un
programa de doctorado sobre Historia del Cine que sirvió para formar a una brillante
generación de investigadores. Tras 35 años de docencia, Alberto seguía conservando la
pasión por la enseñanza de todo buen profesor.
De alguna manera, el emplazamiento de la institución de la que acabó siendo catedrático ha
sido toda una metáfora de la obra de Alberto: en el sur de Madrid se ubica la Carlos III y hacia
el sur, o más bien, hacia ese concepto del sur, se posó siempre su imprescindible mirada, y
hacia él se dirigieron sus pasos en innumerables ocasiones, acompañado siempre de su
inseparable Paloma. Solo su pasión por el viaje, que lo llevó a los territorios más exóticos y
dispares, pudo compararse a la que sintió por el celuloide.
En su voluntad por dar a conocer la cinematografía de la India, Latinoamérica, los países
islámicos o el África subsahariana fue director de Programación del Festival de Granada
Cines del Sur, colaborador y comisario de diversos ciclos en Casa Árabe y Casa Asia,
miembro del Consejo Editorial de revistas del prestigio de New Cinemas, Archivos de la
Filmoteca o Secuencias (de la que además fue fundador y director), vicepresidente de la
AAsociación Española de Historiadores del Cine, miembro de jurados de festivales en
Guadalajara (México), Buenos Aires, París, Abu Dabi y San Sebastián, y publicó un sinfín de
artículos académicos y libros que son referencia obligada, no exagero, en todo el planeta.
Baste como ejemplo su último trabajo: La llamada de África: estudios sobre el cine colonial
español (Bellaterra, 2010), memoria de un pasado tan próximo como olvidado, el de la
cinematografía realizada en o para las antiguas posesiones españolas en África como
Guinea Ecuatorial o Marruecos. Gracias a él, supimos que el sur también existía… y que en
él se hacía buen cine. Gracias, Alberto.
Manuel Palacio es catedrático de Comunicación Audiovisual y decano de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la
Universidad Carlos III de Madrid.